In memoriam. Antonio Viladot Pericé

Me consta la sensación de orfandad, vacío y tristeza que desde el fallecimiento, el 16 de octubre de 2001, de Antonio Viladot Pericé, nuestro fundador y primer Presidente, existe en esta gran familia de la Asociación Española de Medicina y Cirugía del Pie, que él formó.

Murió en Barcelona, ciudad en donde había nacido el 27 de marzo de 1922, en la calle Diputación, 158, en pleno «exaimple» barcelonés.

Estudió el bachillerato en el Instituto Balmes de esta misma ciudad y como miembro de una familia creyente, frecuentó a partir de su adolescencia la Parroquia de San José Oriol, con los grupos de Acción Católica. Posiblemente sus ideales de servicio a la sociedad se fraguarían en estos momentos.

Inicia los estudios de Medicina en la Facultad de Barcelona el año 1940, concluyendo la Licenciatura en 1947, con Sobresaliente.

Durante estos años cumple con sus obligaciones militares en las Milicias Universitarias, en el Campamento de Santa Fe del Montseny, en Catalunya.

A partir de aquí, Antonio Viladot inicia una carrera imparablemente ascendente en lo científico y en lo humano. En contrapunto a su gran locuacidad y didactismo sobre los temas médicos a que nos tenía acostumbrados, Antonio Viladot era muy hermético y reservado en lo que se refería a su persona, con una dosis importante de humildad y pudor ante el halago público. Pero creo que podemos analizar mucho su personalidad estudiando los autores cuyas obras le servían de libros de cabecera, que citaba con frecuencia y que podemos entresacar entre las citas de sus escritos.

No me cabe duda que una de las principales influencias sobre el pensamiento de Antonio Viladot fue la de Eugenio d'Ors, filósofo catalán, creador del noucentismo, considerado como un movimiento neorromántico nacionalista y que estaba dotado de un gran transfondo espiritual.

Viladot lo cita: «Lo importante es la obra bien hecha». Y así lo cumple con tenacidad, constancia, laboriosidad e ilusión. En nuestro trabajo con el enfermo nos exigía y se exigía mucho. No se podía abandonar hasta obtener un buen resultado final.

Entre las obras más importantes y conocidas de Eugenio d'Ors se encuentra «La bien plantada», en la que nos describe a la mujer de las máximas perfecciones, tierra madre y base esencial de la actitud del hombre.

En este momento, Antonio Viladot se une con Carmen Voegeli, compañera eterna, con la que se casa en Barcelona el 24 de abril de 1950, con la que inicia una larga andadura que comienza con un periplo científico por diversas Universidades europeas, como sería la de Bolonia y la de Viena de las que aprendió importantes novedades científicas y técnicas que luego introdujo en su quehacer diario en los Servicios que dirigió.

Es innegable que las ideas letamendistas, tan en boga en aquel momento, y la visión que de la Medicina daba Gregorio Marañón acompañaron a Viladot en su caminar. «Hay que ser más que médico». Hay que ser un médico culto, ético y humano. Y es innegable el ansia con que Viladot buscaba el conocimiento. Es bien sabido su afán en la investigación y en la creación de nuevos grupos de trabajo. Pero posiblemente el autor que más le satisfizo y ayudó en la transformación de su concepto religioso de la vida, que era inmensamente profundo, fue el jesuita Theillard de Chardin con sus teorías de la evolución del hombre. Era muy importante para él la simbiosis de la ciencia con la religión y fomentó reuniones al respecto, con grandes y largas conversaciones en Montserrat y en el «Paseo de los filósofos» de su jardín de Santa Eulalia.

Si la amistad intelectual con estos autores que os he citado ponen a Antonio Viladot a un nivel de médico humanista integral, no será menos importante la amistad con un grupo de profesionales de la Medicina, en la que quiero destacar a Jean Leliévre que sirvieron para iniciar una empresa de gran envergadura y que aún hoy persiste. La energía creadora y organizativa quedó encauzada inicialmente en la recuperación, actualización y entronización de la patología del pie, totalmente olvidada. Se crea el Collège Internationale de Podologie en 1958.

Organiza las Jornadas Podológicas en la Facultad de Medicina de Barcelona, en donde es Jefe de Sección de Cirugía Ortopédica de la Clínica Quirúrgica del Profesor Arandes hasta el año 1960.

Viladot es incansable, opera, trabaja en el despacho, escribe artículos, viaja, preside sociedades científicas, siempre arropado por los suyos. Pero esta gran personalidad, gran amigo de sus amigos, que no para de crear constantemente en sus viajes y reuniones, tiene para quienes lo conocimos bien un nivel exquisito de sensibilidad que no quiero olvidar, la preocupación por sus enfermos. Antonio Viladot sufría por ellos. Se relajaba con el arte y con la música.

Su familia crece y sus discípulos también, fundando en 1964 nuestra Asociación Española de Medicina y Cirugía del Pie.

A partir de este momento, la labor asistencial de Antonio Viladot pasa por la Jefatura de Servicio de Cirugía del Aparato Locomotor del Hospital San Juan de Dios de Manresa y por la de Cirugía del Aparato Locomotor del Hospital San Rafael de Barcelona, lugar de cita de multitud de especialistas que venían a recoger sus enseñanzas, en el propio quirófano o asistiendo a los ya famosos Cursos de Enfermedades de los Pies.

Da conferencias y clases en todo el mundo y sus libros y artículos se estudian sobre todo en España, Francia, Italia y Sudamérica.

Antonio Viladot ha entrado en la Historia de la Medicina por la puerta grande. Para nosotros ha sido un gran amigo y un inolvidable maestro. Me gustaría explicaros muchas cosas de Antonio Viladot, para así de esta manera recordarlo, y recordándolo, eternizarlo.

Dr. J. C. González Casanova