Después de unos malos resultados iniciales registrados en los años 80 del pasado siglo, los nuevos diseños de prótesis total de tobillo despertaron un nuevo interés en los 90 y un notable auge en cuanto a su implantación y desarrollo en la última década. Esto se ha acompañado por una multitud de publicaciones internacionales, la mayoría de nivel IV, es decir, revisiones con carácter retrospectivo y en muchos casos respaldadas por autores ligados al diseño del implante(1).
En España, el procedimiento ha sido acogido con bastante escepticismo por la comunidad ortopédica, que ha seguido defendiendo la artrodesis como primera opción de tratamiento en las artropatías graves de tobillo. Los criterios sumamente restrictivos que se han aplicado en su indicación han hecho que la implantación de prótesis se haya hecho de forma esporádica y dispersa en cuanto a cirujanos, centros y modelo de implante, con un número francamente bajo de procedimientos y mucho tiempo entre uno y otro. Por todos estos motivos, se ha prolongado la curva de aprendizaje hasta un extremo en que se podría explicar que muy pocos o quizá ningún cirujano en nuestro país haya alcanzado un nivel de experiencia comparable al de algunos cirujanos europeos de nuestro entorno, que han publicado series muy extensas.
Asimismo, la prótesis de tobillo ha sido objeto de muy pocas publicaciones en la literatura nacional, unas fundamentalmente descriptivas en cuanto a indicaciones y técnica quirúrgica(2-4) y sólo dos de ellas recogían series de pacientes con datos objetivos(5,6). También ha sido escasa su presencia en las mesas de congresos y en comunicaciones tanto de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología (SECOT) como de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía de Pie y Tobillo (SEMCPT), en las que en cambio se ha seguido manteniendo el interés y el estudio por diversos métodos de artrodesis.
La prudencia demostrada por los cirujanos españoles nos ha permitido hasta ahora tener unos resultados muy aceptables, con un número relativamente bajo de complicaciones y fracasos, así como un grado notable de satisfacción por parte de nuestros pacientes.
A pesar de ello, estamos atravesando una fase de estancamiento general, que quizá pueda obedecer no tanto a estos resultados como a un cierto cansancio en defender la innovación, basándonos en indicaciones cada vez más restrictivas, que nos hacen volver inercialmente a realizar un procedimiento tan limitado como la artrodesis, pero que ofrece una cierta seguridad al paciente y al cirujano.
La industria biomédica se mantiene expectante ante esta situación, pues un procedimiento que se hace en pocos pacientes, de forma esporádica y dispersa no mueve al perfeccionamiento de implantes e instrumentales, los cuales muestran deficiencias que podrían ser abordadas, especialmente en el caso de estos últimos.
Estamos percibiendo también un cierto grado de resistencia por parte de la administración sanitaria, tanto en el campo público como en el privado, que en tiempos de crisis económica limita parcial o totalmente la implantación de prótesis de tobillo, unas veces a criterio de las gerencias de cada centro, otras veces siguiendo directrices de las autoridades sanitarias a escala autonómica.
La tendencia general de los hospitales del Sistema Nacional de Salud va a ser, con toda probabilidad, reorganizar sus servicios y unidades, evitando la dispersión de aquellas técnicas y procedimientos que por su complejidad, sofisticación o rareza supongan un sobrecoste para una sanidad cada vez más ajustada a los presupuestos.
La SEMCPT es consciente de la importancia de conceder a este procedimiento el papel relevante que tiene en el tratamiento de la patología del tobillo y de contribuir a su estudio. La EFAS (European Foot & Ankle Society), en colaboración con la EAR (European Arthroplasty Register), ha comenzado a trabajar en este sentido para crear un registro europeo de prótesis totales de tobillo, solicitando a la industria que asigne un número específico de identificación a cada componente protésico, dotándolo de trazabilidad para que un implante o componente extraído en cualquier país europeo pueda ser registrado independientemente de su lugar de implantación, y nos propone ya un protocolo básico de recogida de datos(7).
Tanto la anterior junta directiva como la actual han mostrado gran interés en el desarrollo de un sistema de registro canalizado a través de la sociedad, por lo que se muestra dispuesta a impulsar esta iniciativa de la EFAS y a colaborar en dicho proyecto.
Sería quizá de gran interés la creación y el desarrollo de un grupo de estudio de la prótesis de tobillo en el estado español, que pueda canalizar la experiencia de todos los cirujanos que realicen este procedimiento, aunar criterios de valoración, establecer indicaciones actualizadas en función de nuestros resultados, y dar respaldo científico a los cirujanos y a las unidades que con suficiente formación y criterio profesional decidan seguir adelante con esta técnica.
Del mismo modo, valdría para contrastar resultados globales con los de autores de nuestro entorno europeo, promover el perfeccionamiento de implantes e instrumentales y ofrecer un foro de debate permanente que promueva la crítica científica. En resumen: que lleve un poco más lejos las fronteras de nuestro campo de estudio en cirugía de pie y tobillo.