Desgraciadamente, y cada vez con mayor frecuencia, en las Unidades de Cirugía del Pie y Tobillo estamos observando una mayor incidencia de resultados insatisfactorios en el tratamiento quirúrgico de las deformidades del antepié, siendo uno de los motivos que pueden crear un conflicto con el paciente, tanto desde el punto de vista asistencial como del jurídico. Esto es debido a diferentes circunstancias: un mayor interés por la patología del pie por los especialistas en cirugía ortopédica, un aumento de los procedimientos quirúrgicos sobre el pie realizados en nuestros hospitales, una mayor utilización de distintas técnicas quirúrgicas en la corrección de las deformidades del antepié y una mayor demanda de los pacientes que nos solicitan soluciones quirúrgicas y no aceptan las correcciones ortésicas.
Por fortuna, sigue existiendo una discrepancia entre el resultado clínico y el resultado radiológico, encontrando que algunos de estos malos o regulares resultados son principalmente radiológicos y percibidos solamente por el cirujano, mientras que el paciente puede encontrarse sintomáticamente bien y el aspecto externo del pie puede ser bastante correcto.
El problema reside cuando esta complicación es sintomática, impidiendo una correcta deambulación y afectando a la actividad habitual, deportiva o laboral del paciente, el cual nos va a reclamar insistentemente que le demos una solución a un pie que muchas veces se encuentra en un estado peor al inicial y que va a representar un importante reto para el cirujano. En estos casos no disponemos de una varita mágica que nos pueda sacar de este apuro, ni de unas técnicas quirúrgicas generales que nos sirvan para solucionar todos los problemas, teniendo que tomar decisiones individualizadas para cada uno de los casos, de manera que al final consigamos tener un pie indoloro y en el mejor estado funcional posible.
Es sumamente importante detectar cuál ha sido el error cometido, qué consecuencias ha ocasionado y qué es lo que debemos buscar en la nueva cirugía a realizar para lograr corregir la funcionalidad del pie, ya que de no ser cautos podemos ocasionar un problema aún mayor y que cada vez va a ser más difícil de solucionar. Disponemos de un amplio arsenal de técnicas quirúrgicas reconstructivas del antepié, que debemos valorar de forma minuciosa en cada caso; pero, a pesar de ello, muchas veces necesitaremos de nuestra imaginación y de alguna invención personal para conseguir el efecto deseado.
Los autores de los próximos capítulos nos van a intentar dar unos puntos de apoyo y algunas sugerencias en diferentes técnicas quirúrgicas, comentándonos su experiencia personal y dándonos consejos que siempre son útiles en estos complejos casos. Hemos expuesto prácticamente todas las posibilidades quirúrgicas y dejamos en vuestras manos la elección de la mejor opción en cada caso.
Esperamos que esta monografía pueda seros de utilidad, aunque indudablemente lo mejor sería tener que recurrir pocas veces a su lectura.
Jordi Asunción Márquez