Es un privilegio poder disponer de este editorial para llegar a todos los colegas y amigos de la gran comunidad del pie y del tobillo, lectores de nuestra revista. He servido a la Sociedad Española de Medicina y Cirugía del Pie y Tobillo (SEMCPT) desde muchos puestos y en muchas facetas. La presidencia es la culminación de un camino de aprendizaje, de trabajo y de amistad sin igual. La sociedad me ha dado mucho en mi carrera profesional, pero mucho más en mi vida personal y social. Desde el primer momento encontré dentro de la SEMCPT un foro en el que aprender de mis mayores y ahora, que ya soy mayor, aprender de todos hacia cualquier dirección en la que mire. Gracias a las juntas directivas anteriores y a todos los socios, la salud científica de nuestros cursos y congresos es excelente. Es imposible no recordar desde estas líneas a nuestros amigos que ya no acuden a nuestros congresos, pero siguen presentes a nuestro lado. Tanto aprendido de ellos, tantos abrazos y buenos momentos con Ernesto, Juan Carlos, Ramón, Fernando, Jordi, Jorge y tantos otros. Sois y seréis nuestra inspiración siempre. A todos ellos mi reconocimiento y agradecimiento. Disponemos de una revista pujante, de un congreso que año tras año bate registros de asistencia y de número de comunicaciones recibidas, de unos cursos que siempre generan lista de espera, de unas unidades docentes acreditadas que reciben solicitudes de rotación continuamente y de una masa crítica elevadísima de socios que ya han sido ponentes/profesores en muchos de estos ámbitos educativos. La proyección externa de nuestra sociedad también es sobresaliente, con una participación destacadísima en la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología (SECOT) y con una diversidad de ponentes que no tiene igual entre las sociedades afines. Diversidad con mayúscula: de género, de número, de procedencia geográfica, de hospitales pequeños, medianos y grandes, del mundo universitario, de nacidos aquí y allá, de jóvenes y no tan jóvenes, y todos con el mismo espíritu de buscar la excelencia científica, técnica y humana que nos permita tratar mejor a nuestros pacientes. También muchos dedican su tiempo a la European Society for Foot and Ankle Surgery (EFAS), a las sociedades regionales y a los grupos de pie y tobillo repartidos por toda la geografía. Sin embargo, necesitamos más implicación de nuestros socios en EFAS. Una sociedad como la nuestra solo puede entender su fortaleza científica y humana en la diversidad del marco europeo. Su proyección unida a la de nuestros colegas y amigos del resto de Europa no tiene límite.
Me siento muy orgulloso de pertenecer a un colectivo que se “pone el mono de trabajo” cada mañana y que lucha contra viento y marea, contra gestores y políticos, acometiendo consultas sobredimensionadas para que los pacientes no esperen, supliendo con imaginación la falta de medios, llevándose los problemas a casa, durmiendo poco y mal en las guardias, para luego sacar el tiempo de la nada y sentarse a escribir, a publicar, a hacer diapositivas, a compartir sus mejoras y experiencias con el resto de nosotros en cursos y congresos. La docencia ha sido, es y será la razón de ser de nuestra sociedad, pero permitidme que ponga en valor otra prioridad en la que creo que somos modestamente buenos y por la que tenemos que luchar como base para que todo lo demás funcione: nuestro valor humano y nuestra amistad. Desde mi primer congreso me sentí parte de una gran familia con la que siempre quería estar. Una familia que puede discutir vehemente en fuegos cruzados para luego tomarse un café y despedirse con un abrazo sentido. Una familia en la que la pasión en las exposiciones y discusiones siempre ha crecido paralela a nuestra sociabilidad y nuestra amistad. En la era de las escalas PROM (patient-reported outcome measure), en las que los pacientes nos dicen cómo se sienten después de nuestros arreglos, debemos hacer una escala SROM (surgeon-reported outome measure) en la que seguro que gran parte de nuestra felicidad tiene su origen en las relaciones humanas que establecemos en nuestra actividad societaria. La actividad científica en la SEMCPT tiene una inercia imparable. Sin embargo, creo que nuestra sociedad debe destinar tiempo y recursos a cuidar nuestra integridad social, nuestra salud física y mental, nuestras relaciones humanas, nuestra convivencia, la conciliación con la familia, que se me antojan factores determinantes para poder seguir buscando la excelencia en nuestra actividad asistencial en medio de tantos distractores como nos rodean. Ese equilibrio debe ser y seguir siendo la razón de ser de la SEMCPT. Del trabajo nos jubilaremos, de nuestra sociedad y nuestros amigos, nunca.
La fortaleza humana y profesional de nuestra sociedad será necesaria para afrontar los peligros potenciales y reales que nos acechan. El intrusismo profesional, la desconsideración de nuestro sistema sanitario hacia el profesional en nombre de la mal entendida “vocación”, la entrada en vigor del lamentable nuevo Reglamento (UE) 2017/745 o MDR (medical devices regulation) que ya está afectando de manera grave a la industria de los implantes y cuya consecuencia ya real y directa es la supresión de muchos presupuestos dedicados a nuestra formación. Siempre hemos sido “huérfanos de padre”, porque el “papá Estado” nos abandona al acabar la residencia. Esta nueva directiva nos deja “huérfanos de madre”, porque la “mamá Industria” nos dejará en breve sin los recursos de formación que ni el Estado ni nuestros ingresos son capaces de proporcionarnos. Me preocupa esta nueva contingencia y trataremos de instrumentar un modelo futuro más sostenible y menos dependiente de terceros. Nos necesitaremos todos en estos tiempos de incertidumbre, necesitaremos estar fuertes y estoy seguro de que unidos podremos sobreponernos a cualquier eventualidad.
En nombre de toda la Junta Directiva y de la Comisión de Docencia, un fuerte abrazo a todos,
Dr. Manuel Monteagudo de la Rosa
Presidente de la SEMCPT 2024-2026