Estamos en una edad de oro en la cirugía artroscópica española. La evolución que ha tenido el panorama de la cirugía artroscópica española en los últimos 20 años es espectacular en sus vertientes asistencial, investigadora y docente.
Desde el punto de vista asistencial, las técnicas artroscópicas modernas llegan a todos los lugares de España y no es necesario desplazarse a un exclusivo hospital privado específico para realizarse un procedimiento artroscópico con garantías. En multitud de centros asistenciales repartidos por toda la geografía española hay un buen puñado de artroscopistas, muy bien formados, que resuelven con suficiencia y pericia la mayor parte de los problemas articulares complejos que tienen nuestros pacientes.
El papel que tienen los artroscopistas españoles en la esfera investigadora internacional no pasa desapercibido: es ahora habitual encontrar a un español, o varios, como “líderes de opinión” en patología de rodilla, cadera, hombro o tobillo; y la producción científica de nuestros colegas ha aumentado no solo en cantidad, sino en calidad. Buen reflejo de esto es, por poner dos ejemplos, que el presidente de la European Society of Sports Traumatology, Knee Surgery and Arthroscopy (ESSKA), nuestra sociedad hermana en Europa, sea un español, el Dr. Monllau; o que la prestigiosa SECEC haya escogido como presidenta de su Comité de Investigación y Desarrollo a la Dra. Valencia.
En docencia, el panorama es aún más halagüeño si cabe: de un puñado aislado de cursos disponibles hace 20 años, las oportunidades docentes para todo aquel interesado en formarse en artroscopia se han multiplicado. Hay decenas de cursos disponibles, muchos con cirugía en cadáver y siguiendo el espíritu y las técnicas docentes de las que fue pionera la Asociación Española de Artroscopia (AEA). La formación estructurada ha dado un vuelco bajo el liderazgo del Plan Nacional de Formación en Artroscopia de la AEA, que ha sido reproducido por otras instituciones. Existen ya en España decenas de puestos de formación post-MIR, los llamados fellow a falta de un nombre adecuado en castellano, que permiten subespecializarse a nuestros traumatólogos más interesados en completar su formación en técnicas artroscópicas. Por todo el mundo, nuestros residentes se forman, ya en sus últimos años de especialidad, con los líderes mundiales en nuestra técnica quirúrgica, gracias en parte a las conexiones que establecen esos respetados líderes de opinión españoles.
Es difícil subestimar el papel que ha tenido la AEA en este cambio radical. En todas esas vertientes nuestra sociedad ha sido clave en el desarrollo de estos avances. Sus ofertas formativas han sido y son herramientas esenciales en la formación de esos cirujanos que resuelven, hasta en los centros más alejados de los núcleos universitarios, los problemas complejos de nuestros pacientes. La inversión en becas de investigación y la red de contactos internacionales tejida por la sociedad han facilitado a las figuras relevantes de nuestro país desarrollarse y crecer como líderes internacionales. Y la maquinaria formativa de la AEA, en un mundo donde ya hay mucha oferta docente disponible, está accesible como siempre a cualquiera con interés en aprender.
Sin embargo, no todo son alegrías y parabienes… Siempre hay cosas que mejorar. No es infrecuente encontrar, en estos últimos años, en nuestro congreso nacional, con cada vez un mayor número de asistentes, salas con sesiones de evidente interés y calidad que se encuentran vacías o medio vacías, o sesiones de comunicaciones orales, que representan teóricamente la punta de lanza de la investigación en artroscopia española, en las que esos líderes de opinión internacionales brillan por su ausencia.
Nuestra Revista Española de Artroscopia y Cirugía Articular (REACA) también languidece por falta de artículos originales. Pese al esfuerzo que ha hecho la sociedad en dinamizar su publicación y abrir el acceso a esta del mundo anglosajón con su traducción íntegra al inglés, la revista está ahora, desgraciadamente, más lejos de la indexación que hace 3 años. Son pocos los grupos de investigación españoles, con la clara excepción de nuestros colegas artroscopistas de cadera (como bien se aprecia en este número), que tienen en mente que publicar alguno de sus hallazgos en REACA es una oportunidad para dar a conocer a nuevos investigadores, formarlos en la manera de publicar y apoyar a la AEA.
Felicitémonos todos por los éxitos conseguidos y por el buen camino preparado por nuestros predecesores, pero miremos hacia delante buscando en qué mejorar.
Miguel A. Ruiz Ibán
Director de REACA